Que Chávez miente no es ninguna novedad. Llenaríamos este espacio con sus mentiras que el tiempo se ha encargado de desdibujar: así, los venezolanos no hemos podido bañarnos en el río Guaire como el "Supremo" prometiera en 2001, cuando la hoy usurpadora de la autoridad del Distrito Capital estaba al frente de Hidrocapital y le asegurase a Chávez que el río tendría un caudal transparente en menos de un año. En 2009 flotan sobre el Guaire detritus y restos humanos lanzados por los descuartizadores con carnet oficial. Tampoco Miraflores fue convertido en una universidad; ni Chávez y su trouppe se mudaron de La Casona para una vivienda humilde; ni se dejó de llamar Chávez cuando los niños de la calle siguieron deambulando por las ciudades del país, y otro sinfín de promesas que el viento se llevó. El mundo idílico creado por el hábil verbo de Chávez y sostenido por la hasta hace poco nutrida petrochequera, está tocando a su fin.
Las mentiras que nos ha dicho por años quedaron temporalmente ocultas gracias a los altos precios del petróleo. El buen economista Gustavo García nos advertía en 2007 que los embustes sobre la "floreciente" situación financiera de Pdvsa se pondrían al descubierto con la caída de los precios del crudo. Y así ha sido. Hoy Pdvsa ha llegado a la vileza de apoderarse los recursos de la caja de ahorros de sus trabajadores para intentar cubrir el enorme déficit interno. Su presidente, Rafael Ramírez -uno de los causantes de la ruina de la industria-, va mendigando créditos que, por lo general, le niegan y vendiendo petróleo a futuro (con descuentos de hasta $15 el barril y, como en el caso de China, cubriendo Venezuela el alto costo del flete). La mentira es el signo del régimen que se ampara en el constante ocultamiento de información oficial, no sólo sobre la industria petrolera, sino de las estadísticas epidemiológicas, educativas o de empleo. ¿No inserta Pdvsa en el presupuesto nacional la mentira de que está produciendo 3,2 millones de barriles de petróleo diarios, cuando apenas alcanza a 2,1 millones? Durante su reciente viaje a Japón (emprendido antes del periplo presidencial) Rafael Ramírez declaró haber recibido un crédito del Japan Bank for International Cooperation (JBIC) por un monto de $1.500 millones "para la expansión de dos refinerías", información desmentida por esa entidad financiera a través de un cable de la agencia Reuters. Como afirma el experto periodista José Suárez Núñez, quien bajo el título de "Fantasías petroleras" (TalCual 13-04-2009) narra los "vapores de la fantasía" que en forma de supuestos "acuerdos" y "millardos de dólares" Chávez desgranaba ante reporteros poco avezados con las trampas discursivas del gran fabulador, durante su viaje a Irán, Japón, China y Cuba. Así escucharon por enésima vez el reparto del condominio en que Chávez ha convertido la cada vez menos activa Faja del Orinoco, en la que poco interesado debe estar Irán ante los siete nuevos descubrimientos en su propio país de crudos livianos que elevarían sus reservas probadas a 138 mil millones de barriles y colocarían a Irán como el segundo productor de la OPEP. En Japón, el infatigable hablador deliró con fuerza. En rueda de prensa dijo que los 12 convenios de cooperación firmados con ese país garantizaban inversiones en Venezuela por $33.500 millones, de los cuales irían $8 mil a la Faja, $6 mil para procesar gas, $10 mil para gas natural licuado, $ 8 mil para proyectos petroquímicos y $1.500 para refinación de petróleo. En síntesis, que en tiempos de recesión crediticia, el mago barinés habría logrado el milagro de conseguir inversiones por un monto superior al de las reservas internacionales. Pero ¡oh sorpresa! Tal como señala Suárez Núñez, "ningún funcionario japonés avaló los montos y los proyectos y no apareció ninguna declaración de las empresas involucradas. Por eso se estima que es una finta publicitaria, para estar en la cobertura noticiosa mundial", urdida con el fin de aplacar las heridas a causa de su ausencia forzada en las cumbres de Chile y del G-2, a las que no fue invitado.
Tenía entonces que inventar victorias para la derrotada Pdvsa, acosada por deudas con sus trabajadores, con los taladros, contratistas y proveedores en todo el mundo. La verdad es que, como testifica Veneconomía, "ninguno de estos acuerdos ha generado ni siquiera un dólar en nueva inversión extranjera directa". En síntesis, dinero fresco no hay. Lo que sí hay son mentiras frescas, a las que se añade la indignante verdad de que Chávez salió del país para que sus esbirros de la Fiscalía y de los tribunales hicieran el trabajado sucio de condenar a los inocentes de los crímenes del 11 de abril, mientras los verdaderos culpables andan sueltos, viajando a sus anchas con recursos públicos y protegidos por un poder dictatorial.
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