Resulta increíble la pasividad con que los electores de oposición han aceptado el escamoteo, que es desconocimiento de la voluntad popular, en los casos de Manuel Rosales y de Antonio Ledezma, que pareciendo diferentes tienen un mismo objetivo: apoderarse de posiciones de poder perdidas por el chavismo en derrotas insoportables para el ego del mandamás.
Obviamente este último aspecto personal, sicológico, del asunto no carece de importancia porque al final, cuando todo comienza a depender de la voluntad arbitraria de un ser evidentemente perturbado por una obsesión, aun cuando se trata de una caso clínico, al afectar a toda una sociedad se convierte en problema político y éste, como tal, demanda una solución de esa misma índole. Y no estamos despreciando la inteligencia, la astucia y la habilidad del susodicho, sino más bien las elevamos al punto más enmarañado por estar acompañadas de una total falta de escrúpulos.
A Rosales, por quien guarda un espeso fondo de inquina lo quiere no sólo despojado del poder y aborrecido por sus electores (algo imposible) sino preso y/o desterrado y humillado. Así piensa matar varios pájaros de un solo tiro. Satisface su sed de venganza, se desquita de unas cantas palizas electorales en el Zulia (sus monigotes no dan pie con bola porque en el fondo el derrotado es él), cree posible recuperar el estado y ganar por las malas lo que perdió por las buenas (la alcaldía de Maracaibo), usando sus jueces, fiscales, amanuenses, diputados y se quita de encima un adversario bien calificado, no sólo para unas eventuales elecciones presidenciales, sino para la renovada lucha política que debe venir.
Con Ledezma la cosa cambia de cariz porque aquí la estrategia es álgida (fríamente calculada) y con una actuación preponderante de peones parlamentarios y grupos paramilitares. No hay un odio especial contra el alcalde metropolitano, pero sí el reconocimiento de su tosudez a la hora de defender sus derechos. Entonces la estrategia es "legislativa", con el uso del parlamento para dejarlo en la calle, despojado de recursos y atribuciones, burlando la decisión de las mayorías, mientras decreta la creación de una nueva satrapía al servicio de su mandar.
De manera que se está violando el derecho de elegir de millones de votantes en las dos jurisdicciones más importantes del país y con una que otra excepción, las reacciones, no en defensa de Rosales o Ledezma, sino de los derechos democráticos de las mayorías, han sido tan tibias, tan aisladas y tan débiles, que Chávez no dudará un instante en seguir avanzando y ya están listos para el cadalso Capriles y no se diga Pérez Vivas, una voz que clama desde el páramo. Luego les tocará, uno por uno, a todos los demás y mañana, cuando ya sea imposible revertir la ofensiva, como dijo el padre Ugalde, de nada valdrá llorar. A menos que alguien despierte y reaccione.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario