Cuándo fue la última vez que te sentiste seguro? Y no estamos hablando sólo de la situación con la delincuencia, de los secuestros exprés que cada día son más numerosos y más rocambolescos, tampoco de los asesinatos que enlutan cada vez a más familias, de los robos o cualquier otro rubro de esta industria del mal. Estamos refiriéndonos a esa ya casi olvidada percepción de futuro en la que fuimos criados, al igual que nuestros padres, similar a la de nuestros abuelos, en la que sentíamos que si estudiábamos y trabajábamos mucho nuestro porvenir y el de nuestros hijos estaba asegurado.
La gran mayoría de las familias clase media profesional vienen "de abajo", de padres obreros, empleados, algunos con un sexto grado y mucho talento, otros con un poco más de preparación pero siempre con el concepto y el valor del trabajo "de sol a sol". Así nos educaron, la mayor herencia, el mayor logro era darnos una mayor y mejor educación que la que ellos tuvieron para así poder tener acceso a mucho de lo que ellos se privaron para levantar una familia. ¡Que no nos vengan con la historia de los oligarcas! Si algo ha permitido esta maravillosa nación es la de una enorme movilidad social.
Eso es tan cierto como también lo es el que las elites gobernantes del pasado se olvidaron de las grandes mayorías y sus necesidades, así como las del presente utilizan la palabra "pueblo" sólo para tapar su fiebre de ambición y poder.
Pero aún así, en medio de tanta mala gestión entre olvidos y abusos, algo teníamos claro: el que trabajaba duro llegaba lejos. Esa premisa sirvió como norte de generación en generación y a pesar de los pesares, la sensación era la de seguridad en el presente y la del optimismo para el futuro. ¿Hace cuánto tiempo no nos sentimos así? Quien esto escribe ya perdió la memoria de cuándo fue la última vez que pudo planificar algo más allá del mes siguiente. Esto aplica no sólo en lo laboral sino también con la familia y con nuestros hijos.
Ante la realidad que estamos viviendo, con esta total incertidumbre ¿podemos dar por sentado que hay futuro para ellos? ¿Que la educación seguirá siendo de calidad? ¿Que podrán nutrirse de todas las corrientes del pensamiento? ¿Que podrán crecer en libertad? ¿Que no serán tratados como ciudadanos de segunda si se les ocurre disentir? Y, básicamente ¿que no correrán peligro cada minuto que pasen fuera de la casa?
¿Hay un mañana para ellos tal y como van las cosas? Todo depende del presente, este que tenemos, lleno de incertidumbres y sombras. pero así nos vino la mano, no hay otra que apostar a cambiarlo... A estas alturas lo único que tenemos seguro es la necesidad de seguir luchando, por ellos vale la pena.
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