En nuestra existencia democrática, hemos escuchado que la libertad es una real potencialidad; de la cual, tenemos la más absoluta certeza. Sin embargo, para los revestidos con el rojo sepulcral, los continuos actos impetuosos del petulante socialista, aparentan ser antojadizos; encubriendo de esta forma, la creciente presión del miedo que sienten ante la bestia primitiva, peligrosa e imprevisible que les moldeará -cuando menos lo esperen- el trasero a patadas. Después de todo, les podría recordar que ellos también viven bajo la bota del hastío; que es una mezcla de fascinación militarista y horror de las fuerzas abrumadoras de los espíritus del infierno, que disparan su escopetazo de odio; afligiendo premeditadamente, a aquellos que incumplan sus insaciables órdenes. Ya que un genuino revolucionario, no puede pensar, sólo obedece.
Este calamitoso socialismo, no es más que una novela barata que algún mal escritor plasmó sobre la idea de una anacrónica historia. Cuya realidad es un ejemplo claro, de cómo la mentira maniqueísta resulta más extraña que la misma ficción, que al final trastornan el equilibrio del soberano, rompiendo los tenues hilos de la estabilidad social; y con ello, la suma de felicidad posible. Recordemos: los líderes no son indispensables, si dirigen al país al desastre.
Mantengamos el ojo avizor, ante las burradas socialistas; que al principio, miraban con condescendencia al ciudadano; luego empezaron a manejarlo inmisericordiosamente, como fuente complementaria. Después, deshonestamente, lo dejaron a la intemperie y expuesto la nefasta inseguridad. Hoy, la simbiosis es la del ocio dictatorial que quiere esclavizar al pueblo, en base a disfrazadas leyes hitlerianas; aunadas a sus jugarretas de fantasías inanimadas, donde el pueblo no lleva la voz cantante.
Este calamitoso socialismo, no es más que una novela barata que algún mal escritor plasmó sobre la idea de una anacrónica historia. Cuya realidad es un ejemplo claro, de cómo la mentira maniqueísta resulta más extraña que la misma ficción, que al final trastornan el equilibrio del soberano, rompiendo los tenues hilos de la estabilidad social; y con ello, la suma de felicidad posible. Recordemos: los líderes no son indispensables, si dirigen al país al desastre.
Mantengamos el ojo avizor, ante las burradas socialistas; que al principio, miraban con condescendencia al ciudadano; luego empezaron a manejarlo inmisericordiosamente, como fuente complementaria. Después, deshonestamente, lo dejaron a la intemperie y expuesto la nefasta inseguridad. Hoy, la simbiosis es la del ocio dictatorial que quiere esclavizar al pueblo, en base a disfrazadas leyes hitlerianas; aunadas a sus jugarretas de fantasías inanimadas, donde el pueblo no lleva la voz cantante.
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