Hipócrates atribuía el temperamento, la salud y la enfermedad al equilibrio de cuatro humores en el cuerpo: bilis negra, bilis amarilla, flema y sangre. El exceso de sangre producía el comportamiento maníaco... Denominaba crasis a su equilibrio y llamaba crisis a la expulsión de los malos humores mediante procesos fisiológicos. La rabia colectiva está en su punto culminante. El pueblo va averiguando cuál el momento "crítico" (ese en el que se debe producir su expulsión) para aplicar el correspondiente correctivo. Tiempo de sangría.
La larga noche chavista, su mentira sistemática y sus malos humores ha traído a Venezuela la prostitución de los más caros valores éticos, morales, cívicos y espirituales. Para muchos comerciantes mercadear con ladrones es lícito; algunos banqueros aprovechan los pingües traficados; la malversación del erario público es inodora; el crimen desatado es invento mediático; mendigar salud, no existe -¡pobre parturienta enrostrándole por TV a un Chávez confundido la tortura de ser pobre y no tener médico personal! El discurso es hueco y cínico: descendió la pobreza crítica; mejoró la inflación; no hay tuberculosis ni Boletín Epidemiológico semanal; no hay niños en situación de calle -a buen resguardo de las miradas de ellos, ahítos de tanto robo-; la venta de la patria a Cuba, necesidad revolucionaria; la extrema crueldad con disidentes, necesaria; guerrear con nuestros hermanos, ¡ustedes mueren; yo me quedo y desde aquí planeo y dirijo el ataque!
Pero el pueblo comenzó a no querer calarse más el arrebatón sistemático del guapetón del barrio. No puede ni debe continuar haciendo lo que le entre en ganas con el aplauso de besamanos, rastrojos de decencia sin conciencia de la completa inutilidad de sus vidas.
La larga noche chavista, su mentira sistemática y sus malos humores ha traído a Venezuela la prostitución de los más caros valores éticos, morales, cívicos y espirituales. Para muchos comerciantes mercadear con ladrones es lícito; algunos banqueros aprovechan los pingües traficados; la malversación del erario público es inodora; el crimen desatado es invento mediático; mendigar salud, no existe -¡pobre parturienta enrostrándole por TV a un Chávez confundido la tortura de ser pobre y no tener médico personal! El discurso es hueco y cínico: descendió la pobreza crítica; mejoró la inflación; no hay tuberculosis ni Boletín Epidemiológico semanal; no hay niños en situación de calle -a buen resguardo de las miradas de ellos, ahítos de tanto robo-; la venta de la patria a Cuba, necesidad revolucionaria; la extrema crueldad con disidentes, necesaria; guerrear con nuestros hermanos, ¡ustedes mueren; yo me quedo y desde aquí planeo y dirijo el ataque!
Pero el pueblo comenzó a no querer calarse más el arrebatón sistemático del guapetón del barrio. No puede ni debe continuar haciendo lo que le entre en ganas con el aplauso de besamanos, rastrojos de decencia sin conciencia de la completa inutilidad de sus vidas.
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