La elección de la próxima Asamblea Nacional marcará, definitivamente, el destino del país. Si el PSUV sigue dominando el Parlamento, continuará la aprobación de leyes cuyo articulado desconoce el resultado del referendo constitucional del año 2007. La única posibilidad de colocar un freno institucional al proyecto político de Hugo Chávez se remite a que todas las fuerzas políticas que no comulgan con el chavismo logren dominar la Asamblea Nacional. Hay que tener en cuenta que Chávez ha gobernado sin oposición real en los últimos cuatro años porque el liderazgo del antichavismo decidió retirarse de las elecciones parlamentarias del año 2005.
¿La oposición tiene un plan para lograr ganar la próxima elección para la Asamblea Nacional? La respuesta a esta interrogante es un rotundo "no". El liderazgo opositor parece no entender que el PSUV acaba de cambiar el sistema político del país al aprobar una ley electoral que garantiza la sobre representación de las mayorías en los cuerpos colegiados. Por citar sólo una proyección de resultados, con la nueva ley electoral le bastaría al chavismo obtener 50,01% de los votos en la próxima elección para capitalizar 85% de las curules. Este efecto de sobre representación ya se experimentó para la elección de la Asamblea Nacional Constituyente. Gracias a la estrategia del Kino de Chávez, los candidatos apoyados por el presidente obtuvieron 60% de los votos, pero el CNE les adjudicó 95% de los cargos, reduciendo a la disidencia a sólo seis constituyentitas.
Según la última encuesta del IVAD 32,7% de los venezolanos se identifica con el PSUV, mientras 47,6% se autodefine como independiente. En esta encuesta el liderazgo tradicional continúa siendo rechazado: 4,7% se identifica con AD, 3,3% con UNT, 3,2% avala a Primero Justicia y 2,4% siente simpatía por Copei. El resto de las organizaciones políticas apenas aglutina a 6% de los ciudadanos. Cuesta entonces entender que el liderazgo opositor (dentro y fuera de los partidos) aspire a elegir en petit comite a los 167 candidatos unitarios que deben postularse a la Asamblea Nacional.
La oposición carece de una estrategia electoral. Al día de hoy el debate interno se limita a evaluar si Leopoldo López -y quienes lo acompañan en la propuesta de tarjeta única- deben integrar o no la Mesa de Unidad, mientras el debate público está orientado a enfrentar a los que proponen alianzas perfectas de candidatos con aquellos que defienden la tarjeta única. Ergo, pasan los días y no aparecen los 167 nombres que deberían postularse. Imagino que en la oposición nadie evalúa un escenario en el que Hugo Chávez decida adelantar las elecciones parlamentarias para explotar la incapacidad de sus adversarios para obtener candidatos unitarios. Un debate similar ya ocurrió en vísperas de las elecciones regionales de 2008. ¿Consecuencia? La oposición le regaló al PSUV 72 alcaldías al presentar más de un candidato en cada municipio.
Desafortunadamente el debate electoral se concentra en la discusión pública entre el liderazgo de oposición que proponen una tarjeta única para garantizar la unidad en la postulación -y a la vez enviarle un recadito a los jerarcas de UNT y PJ- con aquellos que defienden el uso de alianzas perfectas -todos los partidos postulan al mismo candidato- para beneficiarse del efecto de sobre representación, sin necesidad de renunciar a sus colores y al poder político asociado a la representación parlamentaria.
¡Por favor! El tema del método de postulación se puede discutir dos meses antes de la elección. La alianza perfecta y la tarjeta única funcionan igual de bien, ninguna es mejor que la otra. Si el interés genuino de la oposición fuera recuperar el Parlamento el debate en estos momentos estaría centrado en el método para escoger a los candidatos de unidad y no en el método de postulación. La oposición debe discutir en este momento es cómo elegir 167 candidatos unitarios, 167 candidatos que le lleguen a la gente, a los electores, que no sean rechazados por ese 47,6% de los ciudadanos que no se identifica con el liderazgo tradicional.
¿Qué debe hacer la oposición? Sin duda es una quimera suponer que se utilizarán primarias para escoger a 167 candidatos. No obstante, si se puede suponer que la oposición debe realizar primarias en los 40 circuitos de votación que son salidores (es decir, en donde existe posibilidad real de llegar al Parlamento). Después de definidos los candidatos salidores se debe acordar otro método de selección para el resto de candidatos nominales, que en todo caso podría ser la selección mediante encuestas.
En el caso de los candidatos por listas (el elector no vota por un nombre y apellido, sino por la tarjeta de un partido) sería nefasto realizar primarias. Sin duda alguna en este caso debe prevalecer el acuerdo político, especialmente porque la nueva ley electoral obliga que las listas sean paritarias. Lo que significa que de 53 candidatos nominales, al menos 26 deberían ser mujeres. Me atrevo a preguntar: ¿se está dando oportunidad a esas 26 mujeres para que comiencen a realizar su compaña?
Primarias para los candidatos nominales en circuitos salidores y acuerdo para las listas no es un método único de selección. Existen múltiples variantes para escoger candidatos. El problema es que muchos líderes políticos no están dispuestos a dar este debate, algunos juegan a que pase el tiempo para poder después imponer los nombres que le gustan al partido, si le gustan o no al elector ese es otro problema.
¿La oposición tiene un plan para lograr ganar la próxima elección para la Asamblea Nacional? La respuesta a esta interrogante es un rotundo "no". El liderazgo opositor parece no entender que el PSUV acaba de cambiar el sistema político del país al aprobar una ley electoral que garantiza la sobre representación de las mayorías en los cuerpos colegiados. Por citar sólo una proyección de resultados, con la nueva ley electoral le bastaría al chavismo obtener 50,01% de los votos en la próxima elección para capitalizar 85% de las curules. Este efecto de sobre representación ya se experimentó para la elección de la Asamblea Nacional Constituyente. Gracias a la estrategia del Kino de Chávez, los candidatos apoyados por el presidente obtuvieron 60% de los votos, pero el CNE les adjudicó 95% de los cargos, reduciendo a la disidencia a sólo seis constituyentitas.
Según la última encuesta del IVAD 32,7% de los venezolanos se identifica con el PSUV, mientras 47,6% se autodefine como independiente. En esta encuesta el liderazgo tradicional continúa siendo rechazado: 4,7% se identifica con AD, 3,3% con UNT, 3,2% avala a Primero Justicia y 2,4% siente simpatía por Copei. El resto de las organizaciones políticas apenas aglutina a 6% de los ciudadanos. Cuesta entonces entender que el liderazgo opositor (dentro y fuera de los partidos) aspire a elegir en petit comite a los 167 candidatos unitarios que deben postularse a la Asamblea Nacional.
La oposición carece de una estrategia electoral. Al día de hoy el debate interno se limita a evaluar si Leopoldo López -y quienes lo acompañan en la propuesta de tarjeta única- deben integrar o no la Mesa de Unidad, mientras el debate público está orientado a enfrentar a los que proponen alianzas perfectas de candidatos con aquellos que defienden la tarjeta única. Ergo, pasan los días y no aparecen los 167 nombres que deberían postularse. Imagino que en la oposición nadie evalúa un escenario en el que Hugo Chávez decida adelantar las elecciones parlamentarias para explotar la incapacidad de sus adversarios para obtener candidatos unitarios. Un debate similar ya ocurrió en vísperas de las elecciones regionales de 2008. ¿Consecuencia? La oposición le regaló al PSUV 72 alcaldías al presentar más de un candidato en cada municipio.
Desafortunadamente el debate electoral se concentra en la discusión pública entre el liderazgo de oposición que proponen una tarjeta única para garantizar la unidad en la postulación -y a la vez enviarle un recadito a los jerarcas de UNT y PJ- con aquellos que defienden el uso de alianzas perfectas -todos los partidos postulan al mismo candidato- para beneficiarse del efecto de sobre representación, sin necesidad de renunciar a sus colores y al poder político asociado a la representación parlamentaria.
¡Por favor! El tema del método de postulación se puede discutir dos meses antes de la elección. La alianza perfecta y la tarjeta única funcionan igual de bien, ninguna es mejor que la otra. Si el interés genuino de la oposición fuera recuperar el Parlamento el debate en estos momentos estaría centrado en el método para escoger a los candidatos de unidad y no en el método de postulación. La oposición debe discutir en este momento es cómo elegir 167 candidatos unitarios, 167 candidatos que le lleguen a la gente, a los electores, que no sean rechazados por ese 47,6% de los ciudadanos que no se identifica con el liderazgo tradicional.
¿Qué debe hacer la oposición? Sin duda es una quimera suponer que se utilizarán primarias para escoger a 167 candidatos. No obstante, si se puede suponer que la oposición debe realizar primarias en los 40 circuitos de votación que son salidores (es decir, en donde existe posibilidad real de llegar al Parlamento). Después de definidos los candidatos salidores se debe acordar otro método de selección para el resto de candidatos nominales, que en todo caso podría ser la selección mediante encuestas.
En el caso de los candidatos por listas (el elector no vota por un nombre y apellido, sino por la tarjeta de un partido) sería nefasto realizar primarias. Sin duda alguna en este caso debe prevalecer el acuerdo político, especialmente porque la nueva ley electoral obliga que las listas sean paritarias. Lo que significa que de 53 candidatos nominales, al menos 26 deberían ser mujeres. Me atrevo a preguntar: ¿se está dando oportunidad a esas 26 mujeres para que comiencen a realizar su compaña?
Primarias para los candidatos nominales en circuitos salidores y acuerdo para las listas no es un método único de selección. Existen múltiples variantes para escoger candidatos. El problema es que muchos líderes políticos no están dispuestos a dar este debate, algunos juegan a que pase el tiempo para poder después imponer los nombres que le gustan al partido, si le gustan o no al elector ese es otro problema.
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