La ex bola de Pepsi era uno de esos iconos de nuestra ciudad. Un emblema de la modernidad expresado en un esquema publicitario no convencional que se fue asumiendo por todos como parte del paisaje. Esas cosas que de verlas tanto llegas a pensar que siempre estuvieron allí y punto, sin darle muchas vueltas a la historia. Era parte de la imagen de la Plaza Venezuela, por cierto rescatada y muy bonita cuando está encendida. Pero la verdad es que ahora no nos queda más que recordarla, guardarla en nuestra memoria o enseñarles las fotos a nuestros hijos y nietos y hablarles de cómo se han ido perdiendo emblemas en nuestra querida Caracas.
Pero si bien se anunció y se procedió al desmontaje, esta acción hecha ante los ojos de muchos ha pasado desapercibida. Nadie sabe, nadie supo. Ahora lo ves, ahora no lo ves. ¿Una metáfora de nuestra realidad? ¿Un termómetro de nuestra falta de percepción? ¿Un acostumbramiento de nuestros sentidos? ¿Un adormecimiento de nuestras reacciones? ¿Un no me importa? ¿Un "qué se frieguen otros" que eso no es conmigo? Lo llamativo es que este desmontaje no se ha hecho en la oscuridad de la noche, sino ante nuestras narices, de día y aún así no muchos lo han notado. ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué la bola icónica no ha tenido dolientes? Quizás sea por la misma razón según la cual que continúan apareciendo containers de alimentos podridos y aquello no parece pasar de una anécdota. Hay quien le echa la culpa al Mundial de Fútbol. Una respuesta que viene literalmente "redonda" a la hora de la autoindulgencia pero la verdad es que pareciera que estamos anestesiados o, peor aún: "sinverguenceados" porque la capacidad de asombro o de paciencia no tiene límites. Y así entre una rumba y otra, entre un gol y otro están aprobando leyes a diestra y siniestra que rechazamos ya en la Reforma Constitucional pero ¡qué importa! Parece que el régimen puede hacer lo que le venga en gana burlándose de la voluntad popular sin que nos importe un pepino. Y es que realmente el Gobierno está en la onda del circo y el espectáculo para tapar las diversas y fuertes "hedentinas". Por ejemplo, ¿puede alguien explicar cómo se realiza un "entierro simbólico" como el de Manuelita Sáenz? Por cierto, no es la primera vez que realizan algo similar pues ya con Guaicaipuro habían ejecutado lo propio unos cuantos años atrás.
Pero lo cierto es que mientras se dedican a perseguir a unos, a "enterrar simbólicamente" a otros y a "fregar" a la mayoría, continúan "desmontando" en nuestra cara el sistema democrático, lo poco que queda de economía privada, el esquema de libertades y hasta nuestra forma de vida. Tal cual la bola de Pepsi. Hay bolas de bolas... Unas se exhiben y otras.
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