Y a mí qué me importa cuándo se va", me respondió un amigo. El que se marcha soy yo porque este desastre no me lo calo más... ". Dolorosa y comprensible respuesta de cara a un país que poco ha reaccionado ante eventos y abusos inaceptables. No vale la pena ahora rememorar tales atrocidades. Es momento de ponerles freno y analizar las tareas por hacer, para rescatar y conservar el país.
El éxodo es una decisión válida. Lo que preocupa es que no se trata de un par de jubilados con una mascota, buscando retiro. Hoy día los venezolanos pedimos más de 1.000 visas diarias de trabajo y residencia, para hacer destino en otros países, esencialmente EEUU, España, Canadá, México o Panamá. Y no son personas de la tercera edad. Hablamos de nuestros jóvenes: muchachos talentosos, brillantes, preparados... que dominan varios idiomas, intitulan altos índices de excelencia académica y tienen toda la disposición de competir y ganar en la vida. Esos muchachos se nos están marchando, con lo cual le hacemos un gran favor a otros países y a la misma revolución, mientras se desvanece la esperanza cardinal de un país: su generación de relevo. Entonces la gran tarea es conservarlos y motivarlos para estar. Platón hablaba de la Spoudé, expresión que significa seriedad en la política y en la ciudad. Y definía seriedad como aquella demostración de apostura (valor), que provoca en los jóvenes el compromiso -suficiente- para quedarse en la polis.
El momento dejó de ser político y electoral. Es agregacional... Es demostrarles a nuestros hijos lo propio, para que decidan seguir, volver y luchar por Venezuela. Es exprimir a todo riesgo nuestras últimas virtudes ciudadanas. El sacrificio consiste en hacer lo que hemos demostrado no queremos hacer: organizarnos, unirnos de verdad, defender sólidamente nuestros derechos y los derechos de los demás y del país, retomando la calle -no para marchar- sino para involucrarnos con la gente que hoy anhela no sólo pan, techo y trabajo, sino aprecio y reconocimiento. Y ello supone actuar con ímpetu ¡y con gónadas!
En varias ocasiones he dicho que el tema no es salir de Chávez. Pero su permanencia es sinónimo de violencia, resentimiento, anomia y división. Es un factor de huida que nos induce a soltar las barras, a que nada nos importe sino nuestro pellejo. Y estamos a tiro de atajar el cambio. El Gobierno jamás comprenderá en medio de su insolencia, que su socialismo tiene los días contados por insustentable. Chávez no goza de reservas ni políticas ni económicas para vencer en el 2012. Su única carta, es nuestra pereza y contumacia, por lo cual es tiempo de voltear la mirada sobre nosotros mismos. De lo contrario la fecha será otra: el 2021 ¡o más!
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