Cuando vi los huesos de nuestro Libertador Simón Bolívar me provocó tomarlos entre mis brazos y arrullarlo como si fuera un bebé", expresó el líder, al tiempo que empezó a cantar con las notas del himno: "Duérmete mi niño que tengo que hacer (... )".
Lo anterior no es producto de la imaginación de quien esto escribe, tampoco es una exageración didáctica ni un cuento de stand up de alguno de nuestros geniales humoristas. Fue dicho en la cadena del pasado jueves 19 de agosto a eso de las 3:45 de la tarde, cuando el líder hablaba sobre la impresión que le había causado la exhumación de los restos del Padre de la Patria, tratando así de mitigar las críticas de quienes han dicho que si hablamos del amarillismo de una foto, habría que revisar "el color" que representa el desenterrar a alguien en vivo y directo y en cadena.
Esa cadena fue muy extraña porque si rara nos parece la historia antes citada de un señor con ganas de arrullar a una osamenta como si fuera un bebé, habría que decir también que buena parte de la mencionada intervención tuvo una especie de mensaje soterrado argumentando que este gobierno sí le está haciendo frente a la delincuencia pero a esa de cuello blanco, a esa de los burgueses quienes "chupan la sangre de la clase media como si fueran vampiros". Incluso en una parte citó nuevamente a Los miserables de Víctor Hugo afirmando que Jean Valjean había estado preso casi 20 años por el delito de robar una bolsa de pan para los pobres, a lo que agregó "al igual que muchos de los que están en nuestras cárceles". Más de uno pensó en ese momento: "por culpa de una justicia lenta y poco transparente".
A estas alturas cualquier anécdota de ladrones buenos o malos, ricos o pobres suena a lo que el Gobierno critica de la realidad que reflejan los medios: un intento de politización. Esa eterna manía de querer pasarlo todo por el tamiz ideológico de la lucha de clases que tanto le gusta citar al líder.
Los asesinados, a quienes secuestran, a los que roban, seguramente no les preguntan si creen en el socialismo, si son marxistas confesos o si pertenecen a la podrida burguesía. De hecho, el mismo día de la "extraña" cadena se presentó el secuestro express de un diputado, quien por cierto afirmó que "eso era culpa de la oposición porque se había registrado en un municipio de esa tendencia".
¿Por qué le cuesta tanto al Gobierno hablar claramente del tema de la inseguridad, admitir errores y enmendar la plana? ¿Cómo argumentan aún los voceros del oficialismo que la culpa es de la Cuarta República cuando tienen doce años mandando? No quisiéramos pensar que tanta laxitud con los registros de criminalidad es una suerte de política de Estado para mantener aterrorizada a la población. Eso sería demasiada perversión.
Lo anterior no es producto de la imaginación de quien esto escribe, tampoco es una exageración didáctica ni un cuento de stand up de alguno de nuestros geniales humoristas. Fue dicho en la cadena del pasado jueves 19 de agosto a eso de las 3:45 de la tarde, cuando el líder hablaba sobre la impresión que le había causado la exhumación de los restos del Padre de la Patria, tratando así de mitigar las críticas de quienes han dicho que si hablamos del amarillismo de una foto, habría que revisar "el color" que representa el desenterrar a alguien en vivo y directo y en cadena.
Esa cadena fue muy extraña porque si rara nos parece la historia antes citada de un señor con ganas de arrullar a una osamenta como si fuera un bebé, habría que decir también que buena parte de la mencionada intervención tuvo una especie de mensaje soterrado argumentando que este gobierno sí le está haciendo frente a la delincuencia pero a esa de cuello blanco, a esa de los burgueses quienes "chupan la sangre de la clase media como si fueran vampiros". Incluso en una parte citó nuevamente a Los miserables de Víctor Hugo afirmando que Jean Valjean había estado preso casi 20 años por el delito de robar una bolsa de pan para los pobres, a lo que agregó "al igual que muchos de los que están en nuestras cárceles". Más de uno pensó en ese momento: "por culpa de una justicia lenta y poco transparente".
A estas alturas cualquier anécdota de ladrones buenos o malos, ricos o pobres suena a lo que el Gobierno critica de la realidad que reflejan los medios: un intento de politización. Esa eterna manía de querer pasarlo todo por el tamiz ideológico de la lucha de clases que tanto le gusta citar al líder.
Los asesinados, a quienes secuestran, a los que roban, seguramente no les preguntan si creen en el socialismo, si son marxistas confesos o si pertenecen a la podrida burguesía. De hecho, el mismo día de la "extraña" cadena se presentó el secuestro express de un diputado, quien por cierto afirmó que "eso era culpa de la oposición porque se había registrado en un municipio de esa tendencia".
¿Por qué le cuesta tanto al Gobierno hablar claramente del tema de la inseguridad, admitir errores y enmendar la plana? ¿Cómo argumentan aún los voceros del oficialismo que la culpa es de la Cuarta República cuando tienen doce años mandando? No quisiéramos pensar que tanta laxitud con los registros de criminalidad es una suerte de política de Estado para mantener aterrorizada a la población. Eso sería demasiada perversión.
2 comentarios:
Distress ferments the humors, casts them into their right channels, throws bad redundancies, and helps nature in those secret distributions, without which the solidity cannot subsist in its vigor, nor the incarnation role of with cheerfulness.
Thanks, I agree...
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