Confieso que el primer impacto al ver cuñas de todos los partidos vendiendo a los mismos candidatos pero en diferentes tarjetas, fue negativo. A sabiendas que el acuerdo era apoyar "todos para uno" con sus distintos colores en primera instancia me lució "chocante" cómo quienes propiciaban el término unidad se regocijaban en el "vota tal o cual color, en tal o cual espacio". Está claro que por aquello de la economía de recursos y del voto sin duda al elector se le hubiese facilitado el camino si se hubiera logrado la llamada "tarjeta única" de la alternativa democrática, ya que del lado del chavismo lo que tenemos es una "andanada" del propio líder queriendo "ser diputado" por todos los circuitos.
Sin embargo, las primeras impresiones no suelen ser las más certeras. Al cabo de unos cuantos días de campaña está sucediendo algo interesante que teníamos tiempo sin ver (dada la corriente antipolítica que imperó durante años y que llevó al propio Chávez al poder): el orgullo de ser y representar a un partido político. Y aún más: el observar tantas caras nuevas (otras no tanto, sin que esto sea negativo) como militantes convictos y confesos de esas organizaciones políticas. Y no sólo estamos hablando de los tradicionales Acción Democrática y Copei, rescatando las insignias y las ideologías de esas organizaciones, sino también del resto. Trátese de una robustecida Primero Justicia, un Nuevo Tiempo, Alianza al Bravo Pueblo, MAS, Podemos y hasta el propio PPT con la cara visible del gobernador de Lara, Henri Falcón.
Reflexionando sobre la elección y la confusión que pudiera generar el "tarjeterío" habría que decir que el venezolano ya está acostumbradísimo a votar y que una vez explicado el asunto y aclarado quiénes son los candidatos de su circuito, el método será "pan comido". A estas alturas la duda para muchos será "por qué partido voto" cosa que resulta sanísima para la mermadísima democracia que tenemos, porque obliga al elector aunque sea a una mínima reflexión sobre cuál de esas corrientes políticas le es más afín. Y es que la unidad de criterios es necesaria, la planificación conjunta de estrategias es lo esperado y el compartir la visión de un país inclusivo es lo que todos esperamos, pero para ello es necesario el contraste de las distintas perspectivas. Por eso la idea de ver una futura Asamblea pluricolor, independientemente del resultado numérico que se obtenga el próximo 26 de septiembre, ya es una buena noticia y un motivo de optimismo. Inclusive para algunos diputados rojos rojitos que muchas veces por miedo o por comodidad se ven conminados a levantar la mano en proyectos de leyes que ellos no comparten pero que el Jefe ordenó. Ya habrá quien haga esa tarea y el mar de manos alzadas quedará en el pasado... Amén.
Sin embargo, las primeras impresiones no suelen ser las más certeras. Al cabo de unos cuantos días de campaña está sucediendo algo interesante que teníamos tiempo sin ver (dada la corriente antipolítica que imperó durante años y que llevó al propio Chávez al poder): el orgullo de ser y representar a un partido político. Y aún más: el observar tantas caras nuevas (otras no tanto, sin que esto sea negativo) como militantes convictos y confesos de esas organizaciones políticas. Y no sólo estamos hablando de los tradicionales Acción Democrática y Copei, rescatando las insignias y las ideologías de esas organizaciones, sino también del resto. Trátese de una robustecida Primero Justicia, un Nuevo Tiempo, Alianza al Bravo Pueblo, MAS, Podemos y hasta el propio PPT con la cara visible del gobernador de Lara, Henri Falcón.
Reflexionando sobre la elección y la confusión que pudiera generar el "tarjeterío" habría que decir que el venezolano ya está acostumbradísimo a votar y que una vez explicado el asunto y aclarado quiénes son los candidatos de su circuito, el método será "pan comido". A estas alturas la duda para muchos será "por qué partido voto" cosa que resulta sanísima para la mermadísima democracia que tenemos, porque obliga al elector aunque sea a una mínima reflexión sobre cuál de esas corrientes políticas le es más afín. Y es que la unidad de criterios es necesaria, la planificación conjunta de estrategias es lo esperado y el compartir la visión de un país inclusivo es lo que todos esperamos, pero para ello es necesario el contraste de las distintas perspectivas. Por eso la idea de ver una futura Asamblea pluricolor, independientemente del resultado numérico que se obtenga el próximo 26 de septiembre, ya es una buena noticia y un motivo de optimismo. Inclusive para algunos diputados rojos rojitos que muchas veces por miedo o por comodidad se ven conminados a levantar la mano en proyectos de leyes que ellos no comparten pero que el Jefe ordenó. Ya habrá quien haga esa tarea y el mar de manos alzadas quedará en el pasado... Amén.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario