25 octubre 2010

Esos no son juegos

Qué sacamos de estas relaciones peligrosas del líder con sus amigos no muy bien portados? Más allá del "esponjamiento" de su ego a niveles inenarrables, del típico viaje evasivo para matar la depresión por los resultados nada halagadores de cara a su futura reelección, del "sho-pping" de armas, de la entrada al club de países nucleares de la mano precisamente de quienes tienen en su haber historias como la de Chernobyl y el submarino atómico Kursk, de las declaraciones de solidaridad con un régimen que atenta contra los derechos humanos permitiendo, aupando y sentenciando las "lapidaciones" a mujeres, de las fotos con los "chicos malos", ¿qué nos queda del último periplo del líder? ¿Más deuda? ¿Nuevos tratados en papel? Es como el caso de las caracterizaciones que hacen de alguna gente frívola quienes matan las depresiones comprando ropas y joyas carísimas; bueno, hay a quien le da por adquirir misiles y tanques para sentirse poderoso. Si no son necesarias, sí cuestan muy caras, si no hay dinero, eso es lo de menos. Cualquier cosa se reduce el presupuesto de salud, de educación y si es necesario hasta de las Misiones, pero ¡las compras van!

Es que eso de sentirse el centro del mundo puede llevar a manifestar expresiones muy cercanas a la segregación (y que conste que lo escuchamos con estos oídos que se han de convertir en abono en algún momento): "Nosotros los revolucionarios estamos un peldaño superior al resto del género humano". Dando el beneficio de la duda, preferimos pensar que todo se quedó en el plano metafórico para querer expresar que la "humanidad" de los revolucionarios es enorrrrmeee porque si no es así, estaríamos asistiendo a un nuevo capítulo de un dirigente que cree y milita en la idea de una élite superior a la de sus congéneres, ya no por raza, sexo o religión pero sí por la ideología: los que comparten mi pensamiento son lo máximo y el resto "caca" de pajarito.

En todo caso, lo que sí llama la atención es que se haya dicho afuera y sin el menor prurito lo que muchos sienten aquí: esa discriminación total hacia quienes no comparten la visión del líder. La Historia de la Humanidad está cargada de tristes cuentos de dirigentes y grupos que se sintieron mejor que el resto. El desenlace nunca es feliz y esos odios gratuitos provocan una cadena de segregación, miedo y rencor. Ojalá todo haya formado parte de un "fragor retórico" y que esos odios importados se asuman como parte de una exageración didáctica producto del fervor y la emoción revolucionaria. Si no, ya estaríamos nadando en aguas demasiado profundas tal y como lo plantea la investigación del periodista español de Antena 3 sobre unos presuntos nexos "nada santos" con el terrorismo internacional. Palabras muy gruesas.


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