Chávez requiere silenciar a los medios para que los ciudadanos no tengan canales de protesta
Un preocupado amigo nos envía copia del decreto del 10 de octubre de 1960 firmado por el presidente Oswaldo Dorticós, títere de Fidel, a través del cual se ordenó la confiscación de todas las empresas privadas cubanas.
La lista es enorme: ingenios azucareros, destilerías, jabones y perfumerías, derivados lácteos, molinos, fábricas de chocolate, metalurgia, envases, pinturas, cigarros, café, papeleras, lámparas, textiles, alimentos, aceites y grasas, droguerías, electricidad, tiendas, ferrocarriles, imprentas, constructoras, es decir, la totalidad de la economía privada.
Al leer los "considerandos" del decreto que pretenden justificar la rapiña oficial, encontramos los mismos argumentos vertidos por Chávez para anunciar el fin de la transición revolucionaria con la "nacionalización" de servicios "estratégicos" como Cantv y Elecar, y su entrada en lo que eufemísticamente llama "el socialismo del siglo XXI", cuando en realidad lo que propone es un retroceso al comunismo de la revolución rusa y de Fidel Castro, tal como reconoció públicamente el propio Chávez al gritar a los obispos que si querían saber lo que era su "socialismo" leyeran a Marx y a Lenin". El comunismo soviético no sirvió para establecer la igualdad y justicia social, sino para entronizar por décadas a dictadores sanguinarios que asesinaron a cientos de miles de disidentes y sometieron a su pueblo a la miseria y represión más bárbaras.
Así reza parte del decreto de la confiscación en Cuba: "Por cuanto el proceso revolucionario impuso la necesidad de dictar leyes cuyo contenido de beneficio popular tendía a liquidar los privilegios de ciertos núcleos económicos los que, reaccionando violentamente, ignoraron y violaron esas leyes, llegando aun al extremo de financiar con los dineros mal adquiridos a grupos contrarrevolucionarios en franca alianza con el imperialismo financiero internacional (¿) Por cuanto es un deber del Gobierno Revolucionario (¿) adoptar las fórmulas que liquiden definitivamente el poder económico de los intereses privilegiados que conspiran contra el pueblo, procediendo a la nacionalización de las grandes empresas industriales y comerciales que no se han adaptado ni se podrán adaptar jamás a la realidad revolucionaria de nuestra patria (¿) se dispone su nacionalización, así como las fábricas, almacenes, depósitos y demás bienes y derechos integrantes"... Y aquí la lista interminable de las empresas confiscadas y su adjudicación "a favor del Estado cubano".
Mientras la CUBA de hoy "vuelve a debatir cómo inyectar gotas de libre mercado en su economía" (The Wall Street Journal), Chávez pide a sus lacayos una Ley Habilitante por dos años para redactar el "marco jurídico" del rudimentario régimen comunista que no oculta la prioridad de la reforma constitucional que le asegure la presidencia vitalicia. De nada sirve que las encuestas sigan registrando que más del 80% de los ciudadanos respaldamos la propiedad privada y rechazamos la reelección indefinida, que el Gobierno tenga la patria potestad de nuestros hijos y que nos quite el derecho a educarlos en libertad. Hinchado de vanidad -acrecentada por los inmerecidos y nada confiables resultados del 3D- Chávez no tolera ninguna crítica. Por eso insulta a los obispos y al Secretario General de la OEA porque abogan a favor de RCTV y califican su confiscación como un atentado constitucional a la libertad de expresión y al disenso. A Chávez no le importa que los millones de personas humildes que compraron acciones de Cantv y de Elecar para defender sus ahorros de la criminal inflación generada por el despilfarro revolucionario, se queden en la ruina y los servicios colapsen, como han fracasado las escuelas bolivarianas con su bajo rendimiento. El nuevo ministro de Finanzas debería visitar las tiendas y mercados para comprobar la estampida de precios producida por los anuncios presidenciales, incluido el dólar "libre".
Chávez requiere urgentemente silenciar a los medios para que los ciudadanos no tengamos canales de protesta ante los desmanes de su poder cada vez más totalitario expresado en el control absoluto de toda manifestación política y social a través de una nueva división territorial y consejos comunales que sustituirán a los municipios y concejales, reeditando así la figura del CDR cubanos. Ya lo dijo su pupilo Izarra: "el socialismo necesita una hegemonía comunicacional". Los demócratas debemos impedirlo, como lo están haciendo los bolivianos ante las pretensiones de Evo Morales de controlar la Asamblea Constituyente. ¡Apoyemos a RCTV! ¡Digámosle no al silencio y al miedo!
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