Entiendo la angustia de estos días. El temor por la concentración de poderes y por todo el discurso desagradable: la educación socialista, el cierre de la economía, la usurpación de la propiedad.
No quiero eso para Uds., como tampoco lo quiero para Venezuela. Estoy convencido que no se está sembrando más democracia sino, al contrario, se concentra cada vez en menos manos el proceso de decisiones.
Respeto la decisión de los que creen que el mejor camino es emigrar, para buscar en otras tierras la tranquilidad y oportunidad de progresar que aquí muchos dan por perdida.
Me resisto a entregarnos. Venezuela necesita a sus mejores hijos. Seguimos teniendo graves problemas y para su solución tienen que participar los que tienen las capacidades.
Uds. han sido privilegiados. En una nación de carencias, recibieron educación, formación en los valores, oportunidades. Sé de los muchos esfuerzos por sacar adelante a la familia, de no ser indiferentes hacia la suerte de los que menos tienen, de enfrentar con coraje las pequeñas y grandes adversidades de la vida cotidiana. Una gran fortaleza es el sentido de grupo, el poder compartir con familiares y amigos las penas y las alegrías. Eso, no es trasladable a Australia o a Panamá o a cualquier otro posible "paraíso".
Cuando uno está convencido que lo que tiene vale mucho, lo defiende, y lo defiende con inteligencia, con valentía.
El país no se le va a regalar a nadie. Aquí cabemos todos, los que respaldan esta nueva manera de ver el mundo y los que seguimos convencidos que sólo en verdadera democracia se desarrolla al máximo el anhelo de felicidad del ser humano.
A cada amenaza, respuestas concretas, específicas, inequívocas. Organizarse con inteligencia. En las comunidades educativas, en los gremios, en las familias.
La emigración es una forma de declararse perdido antes de pelear. Estar juntos, trabajar con y por los que nos necesitan, seguir soñando, requiere que estemos aquí. No dejemos que a las amenazas reales, agreguemos la locura que circula por Internet . Seamos capaces de exigir a los líderes de la sociedad que nos representen con valor. Sería imperdonable que las máximas autoridades desprecien la capacidad de construir de una importante parte de la sociedad.
Hijos, probablemente escribo un sueño por no ser capaz de vivir teniéndolos lejos. Pero sigo teniendo fe. En Venezuela y en su gente. La abundancia del bien terminará prevaleciendo.
Dios los bendiga.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario