Los protagonistas del frustrado golpe de Estado del 4F que dejó numerosas muertes de civiles y militares están ahora en Miraflores y paradójicamente acusan de golpistas a quienes exigimos el cumplimiento de la Constitución y no renunciamos al legítimo derecho de manifestar nuestro desacuerdo con sus desmanes. De modo que cuando los desesperados conductores del transporte público cierran una vía para protestar por el hampa criminal que asesina semanalmente a varios de sus compañeros, el Chávez ocupadísimo en la creación de su partido único les acusará de estar al servicio del golpismo. Cuando los damnificados y pobres de solemnidad se amontonan en Conavi para reclamar la casa prometida hace 4 años sin que ésta haya aparecido, serán vistos como desestabilizadores. Cuando Marcel Granier muestra pruebas de que la concesión no está vencida y que la decisión gubernamental es una venganza política porque no ha logrado doblegar la línea editorial de RCTV, será calificado de golpista. Cuando los trabajadores de RCTV solicitan al TSJ una medida cautelar que les garantice el derecho al trabajo y a la libertad de expresión, el oficialismo dirá que son manipulados por el capitalismo golpista. Cuando los ganaderos, agricultores, carniceros, comerciantes e industriales demuestran que la regulación de precios y la ley antiacaparamiento son la causa del desabastecimiento -es decir, que el Gobierno es el culpable- el ministro Jaua dirá que la escasez es prueba del plan desestabilizador de la oligarquía nacional. Si periodistas y expertos petroleros demuestran que la Pdvsa roja-rojita está en proceso de quiebra por la impericia y la corrupción de los ineptos que el teniente coronel puso al frente de la industria (derrumbe de la producción, caída de las exportaciones y de los aportes al fisco) serán acusados de golpistas y hasta de narcotraficantes. Cuando la Conferencia Episcopal defiende los derechos humanos, como corresponde al papel histórico de la Iglesia, los prelados serán estigmatizados de golpistas y de "tener el diablo en la sotana". Cuando el "disidente" es externo se le endilga ser asalariado de la CIA y esclavo del "imperio" o se le llama "p..." de la "p" a la "o".
El intento más reciente ha sido el del ministro Carreño -el que juró que Montesinos estaba muerto y enterrado y el mismo que dio fe pública del espionaje de la CIA a través de los inofensivos decodificadores de DirectTV- al acusar a la oposición democrática de "subvertir el orden interno a través de huelgas del transporte, de los planteles educativos de educación media y superior y tratar de infiltrarse en los cuarteles, para generar un levantamiento en el país". Como parte de la estrategia de sembrar el miedo en la disidencia, Carreño anuncia que la marcha del sábado (ayer) será vigilada, "no vaya a ser que exista un francotirador y atente contra ellos mismos". Cumpliendo el axioma popular de "piensa el ladrón que todos son de su condición", quien tuvo estos días el tupé de afirmar que "las muertes violentas han disminuido", dice saber "que la oposición se encuentra en un estado de locura que puede cometer cualquier acción para tratar de exacerbar los ánimos". Y de seguidas, para ver si a los ciudadanos nos entra pánico, no vamos a la marcha, ni protestemos masivamente en defensa de RCTV, Carreño escupe su amenaza: "No se atrevan porque se van a arrepentir, y no los tontos útiles que ellos conminan y los llevan a las marchas, sino los cabecillas y los cerebros que los tenemos claramente identificados".
Está claro que Chávez busca un clima de violencia, como también es obvio que él y sus adláteres están asustados. 81% de los venezolanos rechaza el cierre de RCTV y la crítica de la comunidad internacional es unánime. Hasta el renuente Rodríguez Zapatero se ha rendido ante las evidencias y sus parlamentarios de la UE junto con los del PP -reúnen entre ambos 74% de los votos- votarán a favor de RCTV y en contra de Chávez.
No hay duda que los golpistas están en Miraflores -Chávez no sólo protagonizó el 4F sino que diariamente le da un golpe a su propia Constitución- y de que allí cunde el pánico ante los resultados de las encuestas y el desconcierto de los cubanos del G-2 integrantes de la sala situacional. Así que el miedo y la violencia sean suyos y la valentía y la resistencia pacífica sean nuestras.
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