10 mayo 2007

Socialismo de contrabando

Uno se pregunta cómo es que un país cuya gran mayoría rechaza los planteamientos principales del ideario socialista está siendo llevado, con el aparente respaldo de una mayoría, a tragarse un proyecto que, aunque está pendiente de definición, nos ha dado muestras fehacientes de que lleva dentro muchas de esas cosas que casi todos rechazan. Me refiero al Socialismo del Siglo XXI, y a toda una lista de elementos que indudablemente contiene. A saber: la colectivización de la vida de las personas; la puesta en riesgo y en puntos de interrogación de sus propiedades; la ideologización de la formación de los niños y jóvenes; la restricción creciente, tendente a su anulación, de las libertades de información y de expresión; la creación de una psicología colectiva artificial de país asediado y amenazado, en aras de la militarización de la vida; el control y la información creciente del Estado sobre todo lo que uno hace, apuntando a que ambos, el control y la información, sean totales; la sumisión de todas las instituciones del Estado y toda la vida del país a la voluntad de un líder único; la presencia invasora de la cara, la voz, los caprichos de esa persona en la vida cotidiana de todos...

Tragando

Cómo es entonces que la mayoría del país, que cuando le preguntan dice que no está de acuerdo con nada de eso, ha sido llevada a írselo tragando, de la mano de Hugo Chávez...

Claro que cuando decimos "mayoría" hay que tener en cuenta todo lo que haya de manipulación, ventajismo, y fraude en los procesos electorales en donde esa "mayoría" se ha pronunciado. Pero, de todos modos, e incluso si controlamos lo del fraude y ponemos los números como son, la cantidad de venezolanos que se han ido tragando todo eso es mucho mayor del que según las encuestas podría esperarse.

La clave de este asunto está en un elemento central de la política que hemos tenido todos estos años: la confrontación. Es a través de una serie de episodios de confrontación que Chávez ha ido introduciendo todos esos elementos, y ha logrado que ellos hayan sido engullidos por una parte de la población que, mayoritaria o no, es en todo caso considerable y a la que en principio nada de eso le gusta.

De contrabando

Tomando como punto de partida la fuerte adhesión de esa masa a su persona, Chávez produce sin cesar una serie de situaciones confrontacionales, plebiscitarias, donde lo que primariamente está en juego es si se está con él o si se está contra él, a propósito de lo que sea. El asunto que en cada situación plebiscitaria se discuta pasa a un segundo plano. Pasa de contrabando, escondido en la adhesión a Chávez, que hay que manifestar con un SI, en cada situación de esas. Chávez produce entonces tales situaciones a cada rato, y por supuesto que no conllevan casi nunca una votación en forma. La votación la hace cada quien en su casa, en la calle, cuando se traga lo que Chávez propone en el plebiscito concreto del que se trate, porque lo contrario sería estar contra el comandante. "La verdad es que no me hace gracia, pero hay que estar con el comandante". Dentro del juego de reacciones automáticas que domina la política venezolana, los adversarios de Chávez concurren a la conformación de la situación plebiscitaria, de estar a favor o en contra de Chávez, trátese de lo que se trate, y Chávez cuenta con ello.

El fulano socialismo, hasta donde ha avanzado, es entonces como el resultado de la suma de todas esas situaciones donde quienes están con Chávez, y porque tienen ante todo que manifestar que están con él, han ido aceptando cosas que, sí se las hubieran planteado por sí mismas, fuera del dilema "estás con Chávez o contra Chávez", hubieran rechazado con toda claridad. Una vez que se lo traga, ya está dentro el elemento, haciendo de esa persona una especie de socialista por sorpresa, siendo el mismo el primer sorprendido.

Paso a paso

Así ha ido llevando Chávez al país, paso plebiscitario tras paso plebiscitario por la ruta de un "socialismo" que si acaso sólo él conoce, hasta un punto que es seguro que ya está lejísimo de lo que cualquier venezolano hubiera estado dispuesto a admitir al comienzo de la ruta, la primera vez que Chávez le dijo: deja de lado el punto en discusión, porque el asunto es si estás conmigo o contra mí. Y es así como, escondido de polizón entre esos bojotes de confrontaciones y plebiscitos casi diarios, ha pasado de contrabando un socialismo que, aunque nadie sabe lo que es, nadie hubiera querido, ni en realidad quiere.



Diego Bautista Urbaneja

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