Desde hace algo más de un año, cuando mis estudiantes me preguntan si creo que estamos yendo directo a una dictadura les contesto que no. No creo que tengamos que ir a un sitio donde ya, desde hace un buen rato, nos encontramos. Y no se trata de una exageración. Se trata de hechos percibidos bajo un contexto nuevo, regido por los principios de la globalización.
En el pasado los dictadores se esmeraban en "aparentar" libertad, independencia de poderes y transparencia en las elecciones, pero se descuidaban en lo referente a la libertad de expresión imponiendo la censura previa. Y eso es lo que ha cambiado ahora. La "apariencia" de libertad fue extendida a los medios de comunicación para engañar a la crítica audiencia internacional, en especial a la del mundo occidental acostumbrada a cultivar la idea de que la libertad de expresión -materializada en la existencia de los medios independientes- es sagrada.
De modo que al presidente Chávez, hasta ahora, le había bastado con crear la ilusión de libertad de expresión al mantener -tomando la idea que en más de una ocasión ha expresado la profesora Gloria Cuenca- la sola "libertad de decir". Sin embargo, como siempre sucede, las verdades sobre sus faltas suelen molestarle mucho a los gobiernos, aun cuando, por estrategia política, se quieran hacer los sordos.
Ese es, ni más ni menos, el caso que ha venido viviendo el país. La información veraz y oportuna propiciada por las sociedades libres y democráticas, aquí -gracias a una Ley en abierta contradicción con la Constitución Nacional- se ha convertido en una cuerda floja. Quien la ejerza está al borde de una sanción "legal" ordenada desde la presidencia. La prueba fehaciente de esta realidad es la cancelación de la concesión a RCTV.
No se trata de defender a una empresa, sino a un principio elemental de la humanidad: la libertad de expresión. No había razones jurídicas ni técnicas para tal decisión. No se le seguían procedimientos por incumplimiento de la normativa que rige la concesión, ni era imperativa la frecuencia para un nuevo canal de corte social. Por eso el hecho es eminentemente político y de ese modo debe ser asumido dentro y fuera del país.
De tal manera que es inconcebible que, dada la gravedad de la falta cometida por el gobierno en contra de nuestra democracia, los "paladines" de la libertad en el mundo sigan "guabineando" a la hora de pronunciarse o que, al hacerlo, sigan expresando dudas "razonables" en relación a la verdadera intención autocrática de Chávez, como en el caso de la resolución del Parlamento Europeo, en la cual virtualmente aceptan que la medida era adecuada, pero no la manera de ejecutarla. Es decir, para la CE hubiese estado bien que le quitaran la concesión a RCTV si se hubiese hecho una licitación, aun existiendo otras frecuencias disponibles.
Al atacar de manera flagrante la libertad de expresión sacando del aire uno de los canales no afectos a él, el gobierno ha comenzado a retroceder, aún más, en el tiempo. Ya no le seguiré diciendo a mis alumnos que estamos en la dictadura del siglo XXI, sino que nos encontramos velozmente cayendo en el despotismo del siglo XIX.
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