25 julio 2007

¿Continua o indefinida?

Las cosas que ocurren entre nosotros tienen nombre. Lo que pasa es que un planteamiento absurdo, rechazado por muchos, se pretende justificar por el cambio de nombre.

Se trata de darle a las palabras la capacidad de cambiar la realidad. Habría políticos presos y no presos políticos, aunque hay perseguidos por delitos políticos puros, como el de rebelión, o por delitos comunes cometidos con un fin político, como son los casos, entre otros: de Ortega, condenado por rebelión; de Usón, condenado por ultrajes a las Fuerzas Armadas por emitir una opinión o una hipótesis en un programa de Tv.; de Alfonzo Martínez, condenado por violación a las normas de las zonas de seguridad y suspendida la pena con prohibiciones y limitaciones de toda índole; o de los acusados por los hechos del 11-A, dejando sin investigación alguna la determinación de los verdaderos autores de los homicidios ocurridos.

Ahora, ante la propuesta de afectar la alternabilidad en el poder, para mantener al mismo gobernante, se dice que no es reelección indefinida sino continua y ¡santa palabra!

Indefinido es lo que se prolonga en el tiempo, lo que no está sujeto a término y hace posible que un funcionario pueda estar, sine die, en ejercicio del mismo cargo. Esto puede ocurrir con elecciones o sin elecciones, pero el hecho de que ocurra en elecciones no le quita el carácter de la prolongación en el tiempo sin límite.

Pero continuo es lo mismo o peor. Es la repetición de un acto de forma que pueda darse igual una y otra vez y, en el caso de la reelección, es la posibilidad de continuar en el cargo sine die.

Es más, es peor la continuidad que lo indefinido porque la continuidad implica la repetición de lo mismo, como era el cine continuado, con la ventaja de que el público podía permanecer o ausentarse, en tanto que en el gobierno continuado, el público tiene que ver la misma función con el mismo actor.

El argumento de lo que ocurre en otras partes, nada prueba, por la sencilla razón de que es en otra parte y no entre nosotros, país presidencialista, donde el abuso del poder es la regla, quien manda concentra todos los poderes y los funcionarios públicos, contra lo establecido en la Constitución, están al servicio de una parcialidad política.

La reelección indefinida o continua atenta contra el sistema democrático que no se justifica simplemente con la "participación del pueblo" en un acto electoral, sino con el respeto a los principios del sistema, lo cual exige alternabilidad real en el ejercicio del poder, convicción de que por simple mayoría no se puede hacer lo que se quiera, respeto absoluto a los derechos ciudadanos, efectivo funcionamiento de un sistema de controles entre los Poderes y, sobre todo, con la tolerancia y convivencia pacífica entre las más diversas posiciones y concepciones del mundo y de la vida, sin que sea admisible un pensamiento único y una sola forma de ver las cosas impuesta por el Estado, a cargo de quienes solo circunstancialmente ejercen el poder que, en definitiva, reside en el pueblo, sin que pueda confundirse pueblo con Gobierno, simple mandatario de aquél.

Alberto Arteaga Sánchez
El Universal
arteagasanchez@cantv.net

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