Las cosas deben llamarse por su nombre, esquivar el uso del término adecuado no hace más que crear confusiones innecesarias. No tiene sentido alguno maquillar la realidad o ignorar su crudeza, pues al final terminamos no afrontándola como es debido. Esta reflexión sirve para analizar un hecho que ya está sobre nosotros, la nueva Constitución.
La modificación de la Carta Magna, que contra toda legalidad nos pretende aplicar el jefe del régimen, no es una mera reforma, implica la redacción de un nuevo texto constitucional en su totalidad. La meta es la imposición de un nuevo modelo de Estado, totalmente excluyente a nuestros valores democráticos. Es tan opuesta a nuestra esencia, que ha tenido dificultades incluso dentro de la camarilla chavista.
El espíritu de esta nueva Constitución está al margen de la cultura y el sistema de valores venezolanos. Desde que somos república, con dificultades, hemos funcionado con independencia de poderes, con respeto a la libertad de pensamiento, de prensa y a los derechos humanos, así como a la propiedad privada. Las dictaduras tradicionales de Gómez o de Pérez Jiménez buscaron más que todo el control de la esfera política, hoy Chávez pretende controlar todo en nuestra vida, hasta lo más íntimo del seno familiar y del individuo mismo.
Se nos pretende imponer un híbrido entre marxismo-leninismo y fundamentalismo islámico. La "mescolanza" ideológica de la nueva Carta Magna, incluye lo más primitivo de la historia mundial. Los discursos de Marx y Engels a mediados del siglo XIX acerca de la lucha de clases, el oda a Stalin a través de la nostalgia por la URSS, las loas a Mao, y por último la admiración al fundamentalismo islámico con el "amigo" Ahmadineyad, forman parte del marco filosófico de la nueva y conveniente Constitución. Pronto tendremos que reivindicar la trascendencia de Henver Hoxha de Albania o Pol Pot de Camboya. Esto es lo que llaman "nuevo y del siglo XXI".
¿Cómo un tema tan importante como éste puede estar sometido a una consulta electoral? Tomando en cuenta la fraudulencia de las elecciones en nuestro país, no podemos prestarnos a este nuevo asalto.
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