Veamos el caso del tirano Robert Mugabe de Zimbabwe, por cierto, muy amigo de nuestro Presidente, hasta el punto de haberle otorgado una réplica de la espada del Libertador en un acto tan fastidioso que hasta el propio dictador se quedó dormido mientras "el ciego, sordo, pero nunca mudo", hablaba y hablaba y hablaba (para variar). Bueno, lo cierto es que ese señor que ha llevado a la miseria a un pueblo, sin querer ceder el poder, acabando con la oposición hasta llegar a la desaparición física, piensa que podrá gobernar eternamente y quebrantar la legislación internacional en materia de Derechos Humanos y seguir tan campante. La comunidad mundial le ha dado la espalda e incluso sus colegas del continente africano que han tratado de mediar en la situación interna de ese país ya hablan abiertamente de las prácticas "inaceptables" del tirano amigo del líder fundamental de la Revolución Bolivariana. Aunque el señor Mugabe sienta que tiene la sartén "agarrada por el mango" porque ha logrado diezmar a la oposición en su nación, internacionalmente ya está catalogado como una muestra de esa "especie en extinción" en el mundo moderno, como son los dictadores. Sin embargo, él insiste y muy probablemente su insensatez, crueldad y poco talante democrático le traerán tan graves consecuencias que pudiera ser denunciado en la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad.
Aquí sin llegar a la desaparición física se está aplicando una guillotina política disfrazada de lucha anticorrupción que no se la cree nadie, ni siquiera los propios chavistas, según las últimas mediciones de opinión.
El Gobierno cree que podrá colar, así como quien no quiere la cosa, las inhabilitaciones a una gran mayoría de los candidatos que pueden resultar favorecidos en los comicios de noviembre y que la gente, como está más pendiente de temas básicos como la subsistencia diaria en medio del caos en el que se nos ha convertido nuestro país, no le prestará atención a esa medida vendida como jurídica o administrativa, pero evidentemente política. Se equivoca el contralor, el Parlamento que le dio su apoyo y el jefe de todos ellos, quien abiertamente en el acto de la Batalla de Carabobo asumió sin pudor su mano en este asunto de a las inhabilitaciones. Nuevamente vuelven a menospreciar al pueblo como lo hicieron con el tema de RCTV y de la Reforma Constitucional.
Ya comienza a sentirse en el ambiente ese "no me la calo" de la opinión pública. Ya empieza a rodar y agrandarse esa "bola de nieve" a lo interno, sin contar con los efectos de la cruzada internacional del alcalde López. Definitivamente no aprenden... Están ciegos de poder... Pero cuidado... El boomerang viene de vuelta.