¿Cómo puede un civil de cierto nivel de educación declarar sin vergüenza que cumple órdenes de "mi comandante"? Esta expresión la escuchamos y leemos a diario en los medios de comunicación social. Algunos, quizá menos "cachucheros" pero igualmente sumisos, no utilizan el "mi comandante", pero aceptan sin ninguna verificación lo que ordena decir el teniente coronel y lo repiten como loros.
Ejemplos recientes hay muchos. Walter Martínez es un buen periodista que fue despedido de Venezolana de Televisión por atreverse a realizar una crítica sobre corrupción. Desde luego su despido contó, como todo lo relacionado con el gobierno, con el visto bueno del teniente coronel. Hoy, Martínez regresa a ese canal con su programa "para cumplir órdenes del presidente", según declaró. ¿Tiene tan baja la autoestima? Seguramente pensó: ¿si Arias Cárdenas regresó al "proceso" después de haber llamado asesino y enfermo mental a Chávez, por qué no voy a regresar yo? Sin embargo, ha podido declarar "regreso al canal porque valoran mi trabajo" o "regreso porque enmendaron la injusticia" o sencillamente no declarar. Ahora, para evitar un nuevo despido, tendrá que acentuar el sesgo de su programa hacia la revolución bolivariana, apartándose de los equilibrados análisis que hacía durante la época democrática.
El caso del profesor Luís Fuenmayor es diferente, pero en el fondo es la misma mentalidad de acatar lo que dice el comandante. Fuenmayor salió en defensa del buen periodista Mario Villegas, a quien el nuevo mandamás del SENIAT decidió transferir arbitrariamente a Santa Elena de Uairén, porque no es afecto a la "revolución". Desde luego que nos solidarizamos con Villegas por ser un caso evidente de persecución política y dicho traslado constituye un despido indirecto. Argumentos le sobraban al profesor Fuenmayor para romper lanzas en defensa del conocido periodista pero, por razones que solo él conoce, señaló que "el caso era diferente al de los trabajadores petroleros que sabotearon a la empresa". Realmente un ex rector de nuestra UCV debería ser intelectualmente honesto e informarse de los hechos. Sin embargo, prefiere plegarse a la versión del teniente coronel y, además, olvida las miles de injusticias que se han cometido en contra de ciudadanos que ejercieron el derecho constitucional de solicitar la revocatoria del mandato presidencial.
Por su parte, el obediente Rafael Ramírez sigue endeudando a PDVSA y ahora quiere entregarle parte de nuestra Faja a Bolivia, Cuba y Nicaragua, cuyos gobiernos no aportarán dinero, ni tecnología, pero serán fieles acólitos del comandante. Los citados y muchos otros constituyen ejemplos de lo que no debe ser un profesional y cargarán con la culpa de haber apoyado a un régimen que reiteradamente viola la Constitución.
Por otra parte, seguimos protestando por las inconstitucionales inhabilitaciones políticas de Enrique Mendoza, Leopoldo López, Uzcátegui y Méndez. ¿Hasta cuándo, como diría Cicerón, los poderes del Estado y malos ciudadanos seguirán abusando de nuestra paciencia? Dependerá de nosotros los demócratas.
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