Por apenas un momento, en los comienzos de su presidencia, Hugo Chávez parecía casi un predicador . “Pidamos a Dios ayuda para aceptar nuestras diferencias y unirnos en un diálogo”, imploró a sus compatriotas en conflicto en un discurso famoso en 2002. En su lugar lo qué los venezolanos consiguieron fue la venganza.
El gobierno está tomando posesión de las propiedades privadas de compañías y granjas. Los sindicatos han sido destruidos. Los opositores políticos son constantemente acosados o bien son procesados por las cortes chavistas. Y ahora después de una década de la supuesta revolución bolivariana, decenas de miles de profesionales venezolanos se han desilusionados.
Artistas, abogados, médicos, gerentes e ingenieros están saliendo del país en bandadas, mientras que aquellos en el exterior están desechando planes de regreso.
Los más ricos entre ellos están comprando propiedades horizontales en Miami y en Ciudad de Panamá. Los gerentes petroleros están trabajando en torres de perforación en el Mar del Norte y tamizando arenas de alquitrán en Canadá occidental. Aquellos con descendencia europea han solicitado pasaportes de sus tierras nativas. Las becas académicas son botes de salvavidas. Millones de venezolanos se han mudado al exterior en la década desde que Chávez tomó el poder.
Este éxodo está separando a las familias e interrumpiendo carreras profesionales, pero también está saboteando el futuro del país. Mientras que muchas naciones del mundo en desarrollo están tratando de atraer a sus expatriados para inyectar y catapultar sus economías en recuperación y unirse a sus democracias en efervescencia, el sangramiento de la capacidad intelectual venezolana está destruyendo las universidades y las mesas de discusión estratégicas ‘thinktanks’, descapacitando industrias y acelerando el desorden económico que amenaza destruir uno de los países más ricos del hemisferio. Olvídense de los minerales, el petróleo y el gas natural, la mayor exportación de la revolución bolivariana es el talento.
La diáspora bolivariana es un cambio total a una escala masiva. La mayor parte del siglo pasado, Venezuela fue un asilo para inmigrantes que huían de la represión y de la intolerancia del Viejo Mundo. Los refugiados del totalitarismo y la intolerancia religiosa de España, Italia, Alemania y Europa Oriental se reunieron en este país ubicado entre el Caribe y la cordillera andina, y ayudaron a fraguar una de las sociedades más vibrantes del nuevo mundo. Como muchos de los países en desarrollo, el país estuvo dividido entre los los crecientes pobres y una élite enrocada.
Pero en los años 70s y 80s, los venezolanos eran la envidia de Latinoamérica. Rica en petróleo, educada y con una tradición democrática sólida, los venezolanos vivieron un escalón por encima de las sociedades cronicamente inestables de la región.
“Teníamos un país relativamente rico que ofreció oportunidades, sin inseguridad. Nadie pensaba irse”
dice Diego Arria, antiguo embajador venezolano ante las Naciones Unidas, que vive en Nueva York.
“Ahora tenemos crimen desenfrenado, un sistema político represivo que bordea el apartheid y la emigración. Venezuela ahora es un país de emigrantes”.
Es mas o menos lo mismo alrededor del eje de Hugo, la constelación de 10 estados en los Andes, Centroamérica y el Caribe que han seguido los pasos de Chávez en su marcha hacia el tal llamado socialismo del siglo XXI. En el nombre del poder, la justicia y la abundancia para los excluidos, los líderes de la “alternativa bolivariana” en Bolivia, Ecuador, Nicaragua están reescribiendo sus constituciones, intimidando a los medios de comunicación y fomentando conflictos de clase y étnicos que ocasionalmente terminan en odio y violencia. (El golpe militar del 28 de junio que expulsó al presidente Manuel Zelaya de Honduras, un aliado importante de Chávez, es el último ejemplo del tiro por la culata de la revolución bolivariana).
Las clases medias y los jóvenes están tomando una participación mas activa. Un estudio reciente del Sistema Económico Latinoamericano, un instituto de investigación económica intergubernamental, divulga que el desagüe de puestos de trabajos altamente calificados, para mayores de 25 años, de Venezuela a los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) aumentó 216% entre 1990 y 2007.
Un estudio reciente de la Universidad de Vanderbilt en Nashville demostró que uno de cada tres bolivianos menores de 30 años tiene intenciones de emigrar, 12% por encima de los resultados de hace una década. Muchos profesionales establecidos ya han decidido.”Me pregunto si no soy lo suficientemente patriota”, dice Giovanna Rivero, una reconocida novelista boliviana que está yendo a trabajar como docente en la Universidad de Florida y no tiene ningún plan de regresar”. “Bolivia se está despedazando. Hay gente que se conocen de toda la vida y ya no se hablan”.
En Venezuela, Chávez ha arremetido contra cualquier persona que rechace aceptar su línea del partido. Daniel Benaim era uno de los productores independientes de televisión de Venezuela, generaba programas de entretenimiento y juegos en la hora de máxima audiencia para los canales nacionales como Canal Uno, una productora líder. “Teníamos 160 empleados y una operación de 24/7″ dice. Pero después del golpe fallido contra Chávez en 2002, el gobierno arremetió contra los medios independientes y los presupuestos de programación se acabaron. En un mes, Canal Uno bajó a cuatro empleados y se fue en bancarrota. Benaim redireccionó su negocio para servir al mercado publicitario internacional y ganó varios galardones internacionales prestigiosos, incluyendo varios Emmys latinos. Pero las oportunidades para los no chavistas en Venezuela se han extinguido. Uno a uno, presenció como sus empleados entrenados por años salían del país. “Solía pronunciar discursos candentes sobre la fuga de cerebros. Ahora tengo que morderme la lengua” dice Benaim, que también se está mudando a los EEUU. “Teníamos las mejores cabezas en el negocio, y ahora no hay nada para ellos aquí”.
Uno de los asociados de Benaim es Gonzalo Bernal Ibarra. El también había saboreado el éxito en el mundo televisivo y hasta hace poco gerenció una red en una universidad que cubría a unos 100.000 estudiantes. Todo cambió a finales de 2007 cuando Chávez perdió un referendum para reescribir la constitución y comenzó a atacar a sus críticos de los medios, incluyendo a Bernal. Extranjeros en chaquetas con los bolsillos llenos, código de vestimenta para la policía de inteligencia militar de Chávez, comenzó a seguirlo día y noche. Entonces el congreso fue encargado de aprobar una reforma constitucional que obligaba a las escuelas a enseñar el socialismo del siglo XXI. “No quería que mi hijo aprendiera esa porquería” dice. Incluso el hacer compras se convirtió en un suplicio con una inflación rampante y controles de precios por parte del gobierno que vaciaron los supermercados de mercancías básicas como leche, huevos y carne. Un día a finales de 2008, abrió una botella de whisky y realizó una venta de jardín de sus enseres. “Me emborraché y miré como mi vida se desvanecía” dice. Ahora vive en Washington DC con su esposa e hija de seis años, y está intentando adaptarse”.
”Vivía en el país más hermoso, más maravilloso y divertido del mundo. Ahora un tercio de mis amigos se han ido. En otros diez años, Venezuela será un país incapacitado”.
Ninguna industria ha sido mas golpeada por la fuga de talento que el sector petrolero. Hace una década, Petroleos de Venezuela (PDVSA) era considerada una de las cinco compañías de energía mas importante del mundo. Todo cambió con Chávez, quien nombró a un catedrático marxista, sin ninguna experiencia en la industria, para dirigir a la compañía. Inmediatamente, todo el personal gerencial de PDVSA se fue en huelga y paralizó al país. Chávez respondió despidiendo a 22.000 personas prácticamente en cuestión de horas, incluyendo los expertos petroleros principales. Unos 4.000 miembros de la élite de PDVSA se encuentran trabajando fuera del país. “La compañía es un caos” según Gustavo Coronel, antiguo miembro de la directiva de PDVSA, quien ahora trabaja en Washington D.C. como consultor petrolero. Hasta 2003, los investigadores del Instituto de Tecnología Venezolana para el Petróleo, Intevep, filial de PDVSA, generaban 20 a 30 patentes al año. El año pasado no produjo ninguna, a pesar que que su personal se ha duplicado. PDVSA producía 3.2 millones de barriles de petróleo crudo al día cuando Chávez tomó control. Ahora bombea 2.4 millones, según estimaciones independientes.
La caída se ha expandido en toda la sociedad venezolana, aumentada por la agudización de la crisis, la corrupción y la censura. En mayo, bajo el pretexto de que los científicos procuraban proyectos de investigación “oscuros” como “conocer si hay vida en Venus”, Chávez comenzó a reducir radicalmente los presupuestos en los centros de ciencia de las universidades, donde se realiza la mas importante investigación en salud pública. En su lugar, Chávez invirtió millones de petrodólares en misiones científicas oficiales, donde el control del dinero es realizado por los aliados de Chávez. Ahora los mas respetados institutos de investigación del país se están deteriorando. A principios de este año, Jaime Requena del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), un biólogo entrenado en la Universidad de Cambridge, fue obligado a jubilarse, sin derecho a su pensión, después de publicar un artículo donde demostraba que “la producción científica en Venezuela estaba en su nivel mas bajo en 30 años” El número de artículos publicados por venezolanos en revistas científicas internacionales bajó de 958 a 831, una caída del 15% en solo los últimos tres años. A los 62 años de edad, con una madre anciana, Requena tiene pocas opciones. “No es fácil conseguir otro trabajo a mi edad. Saldría de Venezuela si pudiese. Mis amigos y colegas lo han hecho”.
Un estimado de 9.000 científicos venezolanos están viviendo actualmente en los EEUU, comparado con 6.000 trabajando en Venezuela. Una de las víctimas es un científico de las ciencias de la vida con reconocimiento internacional, quien dejó su trabajo como jefe de un importante laboratorio de investigación en Caracas para intentar su suerte en los EEUU en 2002, pero siempre mantiene esperanzas de regresar.
“Envié al gobierno un número de ofertas y nunca me respondieron, dice, solicitando no ser nombrado por miedo a represalias en contra de su familia en Venezuela. “Ahora todo gira alrededor de la política. Si usted no está con Chávez nunca conseguirá financiamiento a sus proyectos. Será perseguido. Es una guerra a la meritocracia.”
La ciencia médica venezolana, dice, está andando a tientas en la oscuridad. “El último informe epidemiológico de Venezuela publicado fue en 2005, ” dice, “Ni siquiera sabemos qué enfermedades tenemos o si están aumentando o disminuyendo. Éste es el modelo cubano, de mantener a la gente en la oscuridad”.
La diáspora bolivariana parece empeorar.
A pesar de que la información de los censos es incompleta, los analistas latinoamericanos dicen que la emigración de Venezuela, Bolivia y Ecuador ha creado enclaves importantes en los EEUU, España, Colombia y Centroamérica. La ciudad de Panamá reluce con nuevos edificios construidos por los expatriados venezolanos adinerados, que llegan a unos 15.000, los cuales eran unos pocos miles al principio de la década. Son tantos los venezolanos que viven en Weston, un suburbio del Fort Lauderdale, que los locales la llaman Westonzuela. Hay pocas familias de la clase media en Venezuela que no tengan un familiar en el exterior, dice a Fernando Rodríguez, un columnista del diario anti Chávez Tal Cual. De hecho, más personas de los países de bolivarianos estarían emigrando de no ser por la recesión económica global y la creciente hostilidad en contra de los extranjeros, los emigrantes venezolanos no califican como refugiados políticos y no disfrutan de ninguna ventaja especial en la competencia feroz por las 400.000 visas de trabajo H1B emitidas por los EEUU para emigrantes altamente calificados; tres cuartos de estas visas van a emigrantes de la India, quienes tienen la ventaja de hablar inglés.
“Una razón por la que no estamos viendo más desmovilización de estos países es que mucha gente no tiene ningún lugar a donde ir'',
dice Alejandro Portes, sociólogo que estudia la migración global en la Universidad de Princeton.
Latinoamérica ha visto esto antes.
La clase media cubana entera huyó virtualmente a los EEUU después de la revolución de Fidel Castro, transformando Miami en un polo de negocio para Latinoamérica, mientras La Habana enmohecía. La guerra fría, la estanflación, las crisis continuas de la deuda y el desempleo masivo condujeron la fuga de cerebros en los años 80s, la década pérdida de Latinoamérica, especialmente en Chile, Colombia, Argentina, Perú y toda Centroamérica. Al inicio de los 2000s, algunos países convulsionados por dictaduras e insurrección de guerrillas, como Chile y Perú, habían logrado revertir el curso socio-económico, generando sociedades prósperas y seguras. Pero otros países han luchado para atraer a sus expatriados a casa. En los 80s y 90s, Colombia era sinónimo de cocaína, violencia y guerrillas, lo cual condujo a unos cuatro millones de colombianos a abandonar sus hogares. Al ser blanco de secuestradores y de sicarios políticos, miles de profesionales de la clase media salieron del país. En el 2002, el Presidente Álvaro Uribe declaró la guerra al narcotráfico y al crimen, y ahora ciudades consideradas “forajidas” como Cali, Medellín y Bogotá son más seguras que nunca y se han convertido en modelos para el resto de Latinoamérica. Todavía la fuga de cerebros no se ha revertido.
“[Los emigrantes] encontraron su sueño americano o todavía no está convencidos de que es seguro regresar”
dice Jorge Rojas, de Codhes, un estratega colombiano que ubica y ayuda refugiados de su país. Nuestra actividad demuestra cómo es de difícil recuperar el talento escapado.
Para las naciones de la revolución bolivariana, esto significa que les esperan días oscuros. Aún las naciones más ricas pueden apenas compensar por la pérdida de sus mejores y brillantes talentos, pero a Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua les ha costado una baja en los indices de competitividad del Foro Económico Mundial. La calificadora Fitch ratings recientemente degradó la deuda de los tres países al estatus de basura (junk), mientras que el Banco Mundial puso al trío de Bolivia, Ecuador y Venezuela en el cuarto inferior en relación con la facilidad para hacer negocios, junto a la mayoría del continente africano.
Aunque mucho se ha dicho de cómo los emigrantes del mundo en desarrollo pueden mitigar el subdesarrollo enviando dinero a sus países de origen, las remesas no cerrarían el ensanchado boquete de talentos que está socavando las sociedades de sus manos de obra más capaces.
“Si un ventiañero ingeniero o informático sale del país, ¿A quién le importa? Pero en diez años, estaremos sintiendo la pérdida”
dice Rául Maestres, un experto en recursos humanos de Caracas, cuyos hijos salieron recientemente de Venezuela; uno trabaja en una firma de arquitectos en los EEUU y otro estudia publicidad en Buenos Aires. “Cuando piensas en las oportunidades que hemos perdido, puedes sentarte y llorar”.
Todavía puede haber una luz tenue de recuperación. Condenados al ostracismo en su país y no bienvenidos en el exterior, las comunidades expatriadas están intentando convertir la distancia en una fuerza. Usando la web, las universidades y la comunidad de expatriados, extranjeros de países populistas, están hablando el uno al otro y construyendo lazos con disidentes alrededor del mundo. En los países de origen, los movimientos de oposición están tomando posiciones, lanzando marchas de protesta y candidatos a posiciones en las grandes ciudades de cada país: Guayaquil en Ecuador, Santa Cruz de la Sierra en Bolivia, Maracaibo en Venezuela. “Estamos juntando una red de exiliados como contrapeso al autoritarismo” dice Coronel, quien está tocando la diáspora para una reunión en Ecuador o Argentina en los próximos meses. “Lo puede llamar un polo de libertad”. Esto pudiese sonar optimista dado el dominio que Chávez y sus seguidores tienen en sus países. Pero dado los números crecientes y los cerebros brillantes de los nuevos disidentes de Latinoamérica, la unión de sus voces pudiese hacer la diferencia.
Por Mac Margolis
Newsweek .